“En el cementerio fuimos más afortunados que otros. En realidad, pese a los grandes destrozos, lo que pasó aquí fue una tontería comparado con lo que sucedió aguas abajo. Aquí en el Camposanto la recuperación ha ido bastante mejor que en la población de Catarroja. Es un mal consuelo, pero es así”.
Son palabras del enterrador del Cementerio de Catarroja, Salvador Pons. El vivió la tragedia en primerísima persona. Como a tantos otros, la riada le arrastró de forma salvaje, y pudo salvar su vida de milagro, como se dice popularmente. Sin embargo, no puede olvidar lo que pasó, ni tampoco todo lo que queda por hacer en el municipio de Catarroja más de un año después de la trágica DANA. “Hay patios que siguen arrasados, ascensores que no están operativos, negocios que no funcionan… Es deprimente”, explica con tristeza.
Afortunadamente, el cementerio catarrojí fue una de esas increíbles excepciones y logró recuperar un estado operativo muy básico apenas 10 días después de la DANA. El enorme esfuerzo de muchos voluntarios fue un chute de vitalidad para los propios trabajadores del cementerio, en el que se implicó “absolutamente todo el mundo”.
Ahora, 13 meses después de la DANA, el Cementerio ya cuenta, además, con el portaféretros de Marco Taller (MTC), un 2PT ECOLOGIC 4R totalmente reparado tras sufrir el deterioro ocasionado por el agua y el barro. Además, el equipo técnico de la empresa zaragozana ha dotado a la máquina de las últimas actualizaciones. “Durante todo este tiempo hemos tenido otro portaféretros MTC alquilado. Gracias a él, hemos podido ir tirando y haciendo nuestro trabajo pese a todas las dificultades”, explica Pons.
LA FUERZA DEL AGUA LO ARRASÓ TODO
Salvador Pons lleva veinte años siendo el enterrador de Catarroja y lo que vivió posiblemente nunca lo olvidará.
“El agua vino de repente por los campos de atrás. Venía totalmente descontrolada de Paiporta, y entró en el Cementerio tras derribar el muro de uno de los lados del recinto y doblegar las históricas y monumentales puertas, que quedaron totalmente ‘desconjuntadas’ pese a pesar 700 kilos cada una. El agua, que salió destrozando también el muro de atrás, desplazó a su paso la viga de contención y alcanzó un metro y setenta centímetros, barro y lodo incluidos. Imaginaros la estampa. Algunos panteones se inundaron, aunque el 85 ó casi el 90 por ciento de las tumbas se salvaron de los efectos de las inundaciones”.

SALVAR LA VIDA DE MILAGRO
Sin apenas darse cuenta de lo que realmente pasaba, el enterrador de Catarroja salió corriendo del Cementerio de catarroja, pero el agua le pilló tres calles más abajo.
“El agua me perseguía. Mientras trataba de ponerme a salvo llamé a mi mujer. Corre, corre, me decía, trata de llegar a casa. Después llamé a mi hija, que vive cerca del barranco, y le dije que cogiera al niño y saliera de su casa, que era una bajo y se convertiría en una trampa. Justo en el momento de esa conversación el agua me atrapó y se me llevó. Logré cogerme primero al muro de un colegio y después a un cable. Veía como la corriente se llevaba a la gente. Luché con todas mis fuerzas y afortunadamente logré entrar en un patio y totalmente exhausto pude refugiarme en una casa y salvarme. Sobre todo, entre otras cosas, recuerdo que hacía mucho viento y que el agua estaba completamente helada, como si llevara cubitos de hielo, y las cañas se me clavaban en las piernas”, relata emocionado Salvador Pons.
RECUPERACIÓN RECORD DEL CEMENTERIO
El Cementerio de Catarroja fue el primer camposanto de la ‘zona cero’ de la DANA de Valencia que pudo recuperar una mínima normalidad a los pocos días.
“Estuve cinco días completamente solo trabajando en el Cementerio. Mi colega Toni, por ejemplo, estaba atrapado en Alboraya. Había otras prioridades, pero mi obsesión era empezar a sacar el barro. Al sexto día, recuperamos la luz y los móviles empezaron a funcionar. La primera persona que llegó al Cementerio fue un ex concejal del Ayuntamiento. Vengo a ayudarte, me dijo. Hay que tener en cuenta que todo era un caos en Catarroja. Después vinieron operarios de la empresa de Xerta que presta servicio en el cementerio. Lo primero que hicimos fue abrir un camino hasta una salita para que la gente pudiera comer y descansar, y después abrimos otra vía hasta los baños”.


Pese a la dantesca situación del Cementerio y de todo el municipio, Catarroja logró dar sepultura de nuevo tan solo 11 o 12 días después de la trágica DANA.
Así lo cuenta Pons: “Gracias a los voluntarios, pudimos estar operativos pronto. Vinieron cientos de personas, de Barcelona, de Murcia…, bomberos, forestales… Creo que fue el 9 de noviembre. Ese día hicimos dos enterramientos. Buscábamos donde se encontraba el nicho y abríamos camino desde la puerta hasta la sepultura con palas y todo lo que teníamos, pero todo a mano. Me hubiera gustado que hubiese sido de otra forma, pero los enterramientos tenían que hacerse sí o sí, como fuera. Hubo mucha gente que estuvo días esperando; otros se fueron a Valencia a incinerar a sus seres queridos. Estábamos desbordados y la gente no paraba de llamar”.

